Primer descenso del cañón de Buitreras

Plano de acceso a Cañón de Buitreras del presente artículo

Plano de acceso a Cañón de Buitreras del presente artículo

Contenido literal del artículo “La Garganta de las Buitreras. Travesía”, publicado en Montañas del Sur, Club Montañero Sierra del Pinra, 1º Trimestre 1.981, número 13, pp. 27-29.


El interés por las travesías de gargantas y desfiladeros está bien patente entre los montañeros. Para justificar lo dicho valen algunos capítulos del libro los Pirineos de P. Bellefon y algunos artículos aparecidos en varias revistas do montaña.

En las travesías de estas gargantas se encuentran una gran aliciente para el montañero, constituido por las misteriosas y obscuras sombras que sus paredes cobijan, por al ruido da las aguas que en su interior corren. y sobre todo por ese gusanillo de ver lo que hay mas allá. Desde el punto de vista técnico se pueden encontrar algunos trepes y muchos rappeles. Un aspecto bastante común de estas gargantas es que sirven de cauce natural de un río, en nuestro caso del Guadiaro.

El primer problema que tuvimos que solucionar es su localización. Pues en un par de momento sólo supimos de su existencia a través de un viejo libro (Las Maravillas de la P. lbérica) y que para colmo de males usaba para esta garganta el nombre de Angostura del Guadiaro. El cual as totalmente desconocido por los serranos que viven en sus proximidades. Así tras dar muchas vueltas, y preguntar bastante dimos con el| pueblo de Colmenar, que es el más cercano de las Buitreras. Colmenar es estación del ferrocarril Algeciras-Madrid, y se llega bien a el por la carretera de Ronda a Algeciras. En el pueblo tratamos de informamos sobre la garganta, sacando como conclusión que se aventuran un poco en el punto en que las aguas “salen” de las estrechuras que recorren, motivadas por su interés en cazar algunas palomas.

La travesía de la garganta nos la planteamos efectuarla en sentido a favor de como la atraviesan las aguas del Guadiaro. Para ello hay que llegar a Colmenar y dirigirse a una central eléctrica que hay a la entrada, y de ella tomar la vía del tren. Siguiendo esta vía en dirección ascendente llegaremos a donde comienza la garganta. El principal problema es que hay que atravesar siete túneles, y debemos de informarnos del horario de trenes, que son muchos. Ya que no recomiendo repetir nuestra experiencia do estar dentro do un túnel cuando pasa el tren. Se produce entonces un ruido brutal, humos al por mayor y el peligro que supone un ferrocarril a menos de un metro.

Al ver el tren tan cerca nos tiramos al suelo y nos pusimos la mochila sobre la cabeza, no fuera a suceder que algún viajero tuviera la genialidad do tirar una lata o una botella. Pasado los siete túneles llegamos a un puente, que no cruzamos, sino que bajamos al cauce del río.

Imagen interior Cañón de Buitreras del presente artículo, probablemente gran bloque empotrado en final zona oscura

Imagen interior Cañón de Buitreras del presente artículo, probablemente gran bloque empotrado en final zona oscura

Son las 9h. 30m. del domingo de Julio cuando entramos en el cauce del Guadiaro. No tenemos ninguna referencia de nadie que haya atravesado esta garganta. Vamos recorriendo una zona que podemos llamar de inicio, compuesta por varias largas charcas, multitud de bloques por los que trepamos y bajamos. A medida que las paredes se ponen más altas, se oye un murmullo del agua en aumento. La vegetación por las rocas es exuberante. La luz disminuye ya que el sol está aún bajo. Hacemos algunos destrepes y oposiciones, casi siempre en sentido descendente. La roca toma formas extraordinarias, aparecen agujeros, pináculos. pozas… Nuestro interés por lo que estamos recorriendo va en aumento, debido a la belleza que nos rodea. Hace tiempo dejamos atrás un puentecillo, que une las dos paredes de la garganta en su parte alta, en realidad no es un puente,
sino un conducto por donde llega el agua a la central de Colmenar, llamada también central de Buitreras.

La parte central de la garganta está constituida por una zona donde las paredes superan el centenar de metros. La estrechura es máxima, viéndose de el cielo solo una estrecha franja azul. En esta parte hicimos varios ráppeles. algún paso complicado, también solucionamos la continuidad de nuestra marcha a través de agujeros, por los que penetrábamos y evitamos saltos verticales. En muchos momentos es el lecho del río el que nos indica por donde seguir, ya que no es posible encontrar alguna cornisa o recodo lateral. Las charcas se convierten en lagos muy grandes y alargados. Cuando el sol está en el mediodía sus rayos se cuelan entre las verticales peñas, e inciden en el agua formando cuadros muy bellos. El agua está limpia, con solo algunas hojas flotando sobre ella. Prácticamente no hay desperdicios, ni pintadas; lo que nos dice que estos parajes son muy poco frecuentados. Esperemos en honor a so integridad, que siga sucediendo así. Tras las últimas y largas galerías inundadas, de una belleza indescriptibles, contemplamos tajos que nos son conocidos. El final está próximo. El agua desaparece entra las piedras, y los lagos se hacen más escasos. De nuevo subimos y saltamos enormes bloques, es lo que podemos llamar zona de salida. A poco observamos el puente formado al desprenderse un gigantesco peñasco y quedar encajado entre las paredes de la garganta. Luego pasamos por debajo de él, aparecen una o dos charcas más que atravesamos con el agua a la cintura. Vemos una abundante concentración de peces, tortugas, vencejos, palomas, aviones; pero faltan los buitres que dan nombre a este lugar, o al menos nosotros no hemos tenido la suerte de verlos.

Arriba se halla un largo túnel, que tiene muchas ventanas.

Descansamos unos quince minutos, nos quitamos la ropa mojada, arreglamos la mochila y el equipo. Con un sol implacable subimos al túnel, y por las vías bajamos a Colmenar, sin temer la inoportuna presencia del ruidoso “caballo de hierro”.

Esta actividad fué realizada por Juan Manuel González Montero, Diego Román Barroso v Manuel Gil Monreal el 13/7/80, empleando seis horas en ella. Se aconseja llevar una cuerda de unos quince metros, y equipo para zonas inundadas (neopreno, salvavidas o bote).

Esta travesía conviene realizarla en una fecha en la que se posea certeza de buen tiempo, es muy recomendable el final de primavera y el comienzo del verano. Actividad bella y agradable, pero no difícil, recomendable al que desee conocer uno de las lugares más interesantes de la Serranía de Ronda.

Manuel Gil Monreal.

Imágenes del día de la exploración: https://www.flickr.com/photos/juankrota/sets/72157645751232521/


Source: www.barranquismoandalucia.net